quinta-feira, 13 de fevereiro de 2014

Entrevista com Marcos Siscar por Aníbal Cristobo


MARCOS SISCAR: “MULTIPLICAR LAS ENCRUCIJADAS”


Conversamos con Marcos Siscar (Borborema, Brasil, 1964) sobre “La mitad del arte”, libro que reúne su producción poética hasta el 2002, y que aparecerá próximamente en Kriller71 Ediciones.

KR — Marcos, lanzaste tu primer libro (não se diz) con 35 años en 1999 y ya con algunas de las señas formales que quizás identifiquen a tu poesía. ¿Cómo llegaste a eso? ¿Tuviste, como muchos otros poetas, una fase adolescente más “expresionista” o tu escritura fue dándose como una maduración de lecturas que ya nació con ciertas preocupaciones formales?
marcos siscar 4MS — Es verdad, en 1999 yo ya era un “viejo”, desde el punto de vista de la precocidad que normalmente se asocia a la poesía. Esperé bastante para publicar mi primer libro, lo que sólo sucedió cuando percibí que tenía algo consistente para mostrar y cuando me sentí estimulado a hacerlo, al regresar a Brasil después de algunos años en el exterior. Existe una fase “subterránea” de mi poesía, que viene de la adolescencia, y que generalmente considero como un largo período de experiencias y de la cual, de vez en cuando, clandestinamente, traigo un fragmento u otro, copiado, reescrito, releído o “traducido”. Tengo la impresión de que todo lo que escribimos siempre es, de alguna forma, una reescritura — hacer aparecer aquello que estaba hundido.
KR — Una de las características de La mitad del arte, que reúne tus cuatro primeros libros, es que, por causa de la casi total falta de puntuación (apenas algunos paréntesis y signos de interrogación quiebran ese continuo) y del uso muy frecuente del encabalgamiento, acaban produciéndose algunas ambigüedades durante la lectura. Esto me parece curioso porque, al mismo tiempo, tu formación —y eso aparece en el libro— está relacionada con la filosofía y el pensamiento en general, y en los poemas surgen frases fuertemente asertivas que no parecerían, en principio, combinar muy bien con la ambigüedad. ¿O sí? ¿Cómo ves esta cuestión?
MS – Leer y pensar forman parte de mi actividad profesional, que es la de profesor universitario. Claro que, a lo largo del tiempo, lo que leo y pienso comienza a formar parte de lo que soy. Pero eso no pasa directamente para los poemas, en forma de conceptos, de métodos, de tics. Hojeo el libro y veo frases afirmativas, “fuertemente asertivas”, como dices. Pero no son “enseñanzas”: son espantos, memorias de cosas oídas, frases que nombran su propia dificultad, pequeñas obsesiones, cuando no pura ironía con el “pensamiento”. Es uno de los “materiales” que uso. El otro es la experiencia más banal y “rústica”, la más desprovista de poeticidad, o de profundidad. Poner en contacto los dos niveles, hacer ese cambio de escala, es lo que me interesa. Y para eso la despuntuación y el encabalgamiento me son muy útiles: además de crear una “respiración” específica, estos elementos aceleran ese paso del que hablaba. No por el simple gusto del contraste, sino porque crean un efecto de descontextualización. Viendo las cosas desde otro ángulo, a partir de dimensiones cambiadas (viendo lo grande en detalle o lo pequeño en conjunto, por ejemplo), estoy probando un punto de vista, en el cual un champú de coco puede tener que ver con el “rigor del pensamiento”.poemas-1
KR — ¿Qué más podrías decir sobre La mitad del arte? ¿Qué le dirías que puede encontrar en tu libro a un hipotético lector español?
MS – Mirando retrospectivamente, creo que el desafío de ese libro, que reúne mi poesía escrita hasta el 2002, fue el intento de superar la falsa oposición entre el experimentalismo (que tiene un peso significativo en Brasil, entre los años 1950 y 1970) y aquello que genéricamente llamaríamos “lirismo”, una poesía que se interesa por el “yo”. Intento no encarar los efectos del lenguaje como resultantes de una construcción poética apolínea: al contrario, la idea es multiplicar las encrucijadas, desarmar la pompa, la idea de control, la institucionalización del “buen tono” experimental. En el libro hay otras tradiciones de poesía cruzándose, tradiciones incluso europeas, lo que me permitió liberarme del peso excesivo que se daba a la cuestión de la vanguardia en Brasil en el momento de mi formación como lector. Por otro lado, tampoco me interesa la mera proyección de un sujeto biográfico, o de un sujeto crítico, aunque me inspire bastante pensar en qué condiciones el discurso de la “intimidad” de la poesía podría, hoy en día, asumir su tenor libidinal en un mundo en que la exposición de la intimidad, “en vivo y en directo” (como se decía antes) parece dispensar las sombras y los meandros de la subjetividad. Está claro que todo eso no es nada fácil. Y que nada de eso tiene sentido sin la complicidad o la resistencia de un lector. Es esa experiencia la que desearía que un lector español pudiera encontrar allí.
KR — Me parece muy interesante esa mención a la posibilidad de que la literatura asuma su tenor libidinal a través del discurso de la intimidad. De hecho, me parece que tiene mucho que ver con una posible lectura de La mitad del arte casi como una novela de iniciación(es) de varios tipos, que me recuerda, por ejemplo, el tono de ciertos libros de Kundera, donde el vértigo de las aventuras del personaje se va mezclando con sus preocupaciones (filosóficas, pero también cotidianas) y el erotismo, antes de ser endulzado, aparece relacionado con cierta idea de dolor —justamente el título de unos de tus primeros poemas. Curiosamente, en tu caso, ese personaje que atraviesa todo el libro no es un “yo” ni un “él” (o “ella”) sino un “tú” que acaba reflejando, al mismo tiempo, al autor y al lector…
MS – Sí, creo que el deseo tiene que ver con la profundización de la relación que tengo conmigo mismo, relación que podría ser entendida como una aventura de autodefinición. La “tentativa de autodefinición indirecta” que Octavio Paz atribuía a su actividad como intelectual hispanoamericano también podría ser aplicada a la situación del poeta cuando escribe un poema. Escribir poesía es siempre “una iniciación” a sí mismo, un deseo de iniciaciones, una negociación con las máscaras, con las heteronimias. Por otro lado, siendo un desplazamiento impuesto por el deseo, la autodefinición no deja de estar vinculada al dolor, al abandono, a una especie de luto. Hay muchas muertes en mis poemas (de personas y de cosas amadas, incluso, no necesariamente nombradas como tales), pero también negaciones, hundimientos, distanciamientos, silencios. Deseando, amando, comenzamos a volvernos extraños, otros, para nosotros mismos. Y, en ese proceso de extrañamiento y de separación —desde la posición de quien escribe o de quien lee— la segunda persona es un lugar del lenguaje que podría reunirnos. El pronombre de la segunda persona es una de las palabras más “eróticas”, por así decirlo, en un grado que depende de sus acepciones, modalidades, registros (prefiero decir “você”, en portugués, ya que en el habla de mi región lingüística es la forma más usada de segunda persona, aunque “você” no tenga larga tradición poética, en portugués brasilero, al contrario del “tú”).
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KR — Hablando de Octavio Paz, ¿cómo evaluarías la relación poética entre Brasil y los países hispanohablantes?
MS – Hay diferencias muy claras en la relación que Brasil tiene con España y con el resto de América Latina. España, en el imaginario brasileño, entra en el paradigma de país colonizador, del cual heredamos nuestros nombres (como en mi caso) y antiguas historias de familia. Brasil es el único país de América Latina que habla portugués, lo que le confiere una situación relativamente aislada desde el punto de vista lingüístico y cultural. Si ese aislamiento se coloca de modo más dramático en relación a los países latinoamericanos es porque tenemos conciencia de que compartimos (o de que podríamos compartir) un destino común. En un pasado no muy distante, ese destino era pensado en términos político-intelectuales; hoy en día, en términos económicos. Infelizmente (pero eso también puede tener un lado positivo), la cultura viene siempre a remolque del resto. Sin ser prioridad de las políticas de Estado, y mucho menos de las políticas de mercado, la cultura acaba viviendo de la aventura de los encuentros, de las amistades, de las admiraciones, del trabajo de los lectores, de los traductores, ya sean “especialistas” profesionales o sean “amateurs”, “viajeros”, fomentadores de esos diálogos. Es verdad que el aislamiento del que hablo era más sensible hace algunas décadas que ahora. Los intercambios entre Brasil y Argentina, por ejemplo, en términos de edición, son hoy mucho más amplios y muchos más rápidos que hace 30 años. Pero la ignorancia mutua parece ser una regla global, cuya atenuación es el desafío y la tarea de cada generación.
KR — Ahora que mencionas esa cuestión de los imaginarios nacionales: me parece que Brasil está intentando sacudirse cierta imagen estereotipada que ha funcionado como pasaporte cultural para circular —especialmente en Europa— y buscando divulgar una producción artística contemporánea apartada de esos clichés. Digo esto pensando justamente en programas como el de la Fundação Biblioteca Nacional de apoyo a la traducción de escritores brasileños. ¿Cómo ves todo este tema?
marcos siscar3MS – Lo que sucede ahora es ciertamente un resultado de la política de diversidad cultural practicada por los programas de gobierno de la “era Lula”, en Brasil, al cual se suma la evidencia de que una cultura viva no sobrevive sólo de sus tótems o de sus best-sellers. Pero es difícil prever el efecto de eso en la relación entre diferentes “imaginarios”. En términos generales, como dije antes, tengo la nítida sensación de que la ignorancia es la regla. El estereotipo es un campo común, una ignorancia mutua que regula las relaciones con el extranjero, ya sea Brasil en Europa o Europa en Brasil. La visión que Brasil tiene de los países europeos es tan pobre y estereotipada como cualquier otra. Por eso, cualquier iniciativa de sacudir los clichés y las ideas preconcebidas, sin caer en generalidades “globalizantes”, es siempre bienvenida, en ambos sentidos. Lo que sucedió en la reciente feria de libro de Frankfurt es significativo: para los alemanes, al mismo tiempo en que fue una manera de tomar contacto con realidades desconocidas, ajenas al cliché, fue también un momento de extrañamiento por el tono, por el abordaje, por el modo de relación que los escritores brasileños tienen con su propio país, con su identidad. O sea, incluso en el campo del esclarecimiento, los extrañamientos se multiplican. No creo que eso sea un problema. Forma parte del juego. Pero es siempre bueno recordar que los malos entendidos se multiplican, porque la cuestión fundamental es otra: la del interés que tenemos en aquello que es extraño, o particular, aquello que se nos escapa, en última instancia. Caetano Veloso decía que “de cerca, nadie es normal.” Es necesario mirar de cerca, para después aprender a distanciarse.
KR — Para finalizar, y volviendo a tu trabajo, ¿podrías contar cómo es tu proceso de escritura poética? Si corriges, poco o mucho, si tienes hábitos fijos, si crees en la inspiración, etc. Y cerrando: ¿hay algún poema de La mitad del arte que recuerdes cómo fue escrito?
MS — No escribo en lugares exóticos, horarios extremos ni estados de delirio. Son experiencias óptimas, pero no necesariamente experiencias de escritura de poesía. Hubo una época en que tenía mis cuadernos, pero ya hace más de dos décadas que escribo en el ordenador. Comienzo anotando ideas, esbozando textos, a veces más o menos resueltos. Cada vez que vuelvo al trabajo, voy releyendo todo, o varias de esas cosas, tomando decisiones, reescribiendo, “peinando” los textos en la dirección a la que apuntan, o a contrapelo. Con el tiempo, los esbozos van ganando una terminación propia y creando diálogos unos con los otros. Es la manera que he encontrado para poner en contacto mi interés por la circunstancia, que genera cada uno de esos fragmentos, y mi interés por el “libro”. No encaro el libro como una estructura hueca en la cual insertar poemas, sino como un proceso que me ofrece el sentido de lo que estoy escribiendo. Hay cuestiones que son generadas por el diálogo entre los textos, por las repeticiones o por las omisiones que esa relectura ayuda a percibir. (Por ejemplo, hubo un momento en que pensaba mucho en el tema del “retorno”, y me di cuenta que era necesario también tomar en cuenta el deseo de “partida”; después, llegué a la conclusión de que si retornar es también partir, partir es también “abandonar”. El desplazamiento de esas imágenes movía muchas cosas en mi memoria afectiva y daba nuevo énfasis a cosas que parecían secundarias.) Pensar de esa manera me ayuda a entender lo que está en juego en mi escritura y me estimula a imaginar consecuencias de eso. Por otro lado, me atraen mucho ciertas frases martilladas, casi vacías, recogidas de la cotidianeidad, así como aproximaciones arriesgadas, relaciones que intuyo, pero que no quedan demasiado claras para mí. En un poema determinado, “dios” y “hospital” aparecen juntos, por razones que me importan mucho, pero que no sé resolver o explicar. La aproximación, claro, tiene relación con acontecimientos dolorosos de mi vida privada, que no vienen al caso. Pero, poéticamente, el aspecto enigmático de la imagen, posible gracias al simple procedimiento de la imagen, basta para que el poema continúe atrayéndome, que continúe escribiéndolo a pesar de que ya ha sido publicado.-
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REVERSIBILIDAD DE BESOS
voy a viajar necesito un beso
me dices de un modo abierto
rehén de la experiencia sí no
es poco eso de querer dar sin
abrir la boca eso de querer caer
de boca seca en el café cortado
tu carne blanca tu estómago
débil recitando sin pensar
una ocasional filosofía eso de tener
sin querer de dejarme sin
pedir al bote de un zigoto rancio
al borde de un autobús que parte nosotros
somos hermanos ambos mudos dame
voy a viajar necesito un beso
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DIABLO TRISTE
el diablo tiene una mirada triste donde viven
pesados devaneos hermanos de todas las cosas
mi hermano manos maltrechas de planchar
una eternidad de palabras piernas flacas
cruz de su sed irreflexiva los hombros curvos
sobre el pulmón el gesto hoguera del deseo
luces opacas en el pelo las venas secas
como fuentes donde el amor no entra más
aunque suplique no se extrae amor
no entra aire no sale no se extraen más sus ayes
y sobre el cuerpo prometido a cal y arcilla
se inmoviliza finalmente una alegría transitiva
dios es su hospital

Kriller71 Ediciones

El blog

http://blogkriller71ediciones.wordpress.com/2013/11/26/marcos-siscar-multiplicar-las-encrucijadas/
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